Si queremos llegar a la unidad que Cristo tanto anhela, hemos de hacer lo posible por quitar todo lo que separa a las distintas religiones. Si lo consideramos bien, lo que nos separa son los dogmas, que no se sostienen por la razón. Es fácil concluir que Dios quiere suprimir estos dogmas si chocan con la razón y levantar todas las excomuniones y anatemas que se han hecho a lo largo de la historia. La salvación del ser humano no tiene nada que ver con sus ideas filosóficas, sino con el amor que consiga a lo largo de la vida.
Este libro es una crítica filosófica y exegética de los dogmas indemostrables por la razón y que separan unas religiones o unas sectas de otras. Al final queda un credo en el que Cristo juega un papel fundamental; pero no es el credo tradicional, es el nuevo cristianismo.
La Iglesia católica ha de considerar detenidamente su sistema filosófico en un concilio ecuménico, el Vaticano III. Este libro está pensado para orientar algunas discusiones de dicho concilio.
Aconsejo a los católicos (yo también lo soy) que se tomen una copa de refresco y unas aceitunas para leer estas páginas, sobre todo al comenzar, para mitigar el natural desagrado que produzca lo que digo. Más adelante se darán cuenta de que el autor no es un destructor, uno que tiene cristianofobia, sino un amante de Cristo y de la Iglesia universal (el Cuerpo Místico de Cristo). Pero hay que hacer una labor profética, crítica, absolutamente imprescindible. Que nadie tenga miedo de buscar la verdad, esté donde esté, porque lo que es absolutamente seguro es que la verdad no está en el ateísmo ni en el materialismo, doctrinas demostradamente falsas y que el mismo autor se ha entretenido en desenmascarar en otros libros.
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